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Brecha digital y discapacidad
Viernes, 9 julio 2021

Cuando se impuso el confinamiento en marzo de 2020, los centros inclusivos residenciales de la Fundación Vicente Ferrer tuvieron que cerrar y el alumnado regresó a su casa.
La televisión pública india empezó a emitir clases en televisión, pero estudiantes con discapacidad, como Pooja y Rashmi, ambas con problemas de visión, no podían seguirlas.

Muchas familias tampoco disponen de ordenadores o smartphones en casa. En algunos casos, hay un único teléfono por hogar y normalmente es el padre o la madre quien lo utiliza para trabajar.
Para hacer frente a esta situación, la Fundación Vicente Ferrer entregó tablets y dispositivos adaptados a un total de 415 estudiantes de secundaria para que pudieran continuar con las clases online.
En el caso del alumnado de primaria, con más dificultades para utilizar la tecnología y seguir clases online, la Fundación asignó a 39 profesores para que realizaran las clases a domicilio una vez por semana.

Esto ha supuesto una gran ayuda para las familias con pocos recursos.
“Me preocupaba que se interrumpiera la educación de mis hijas. Con las clases en casa, Pooja y Rashmi han podido repasar las lecciones que ya habían aprendido. Es un gran alivio”, dice su madre.

Sai Krishna es otro de los 214 estudiantes que forman parte de este programa. Nació con una discapacidad visual y estudia en braille. “Las lecciones del canal Sapthagiri no me gustaban, pero tener a mi profesor en casa sí. Espero que la escuela abra pronto”, dice.

Gracias a profesores comprometidos como Jai Simha, la iniciativa lleva seis meses funcionando con éxito.
“Es necesario repasar los conceptos básicos, por el largo parón educativo que ha sufrido el alumnado. Viajo 35 kilómetros cada día para enseñarles y me da mucha satisfacción contribuir a una causa que considero digna”, afirma.

Los profesores visitan al alumnado una vez por semana. La clase se desarrolla a lo largo de cinco horas, normalmente entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde.
“Me encanta estudiar y me gusta mucho vivir en la escuela. Lo que más echo de menos es la comida de allí”, bromea Bommalata Akhila, una alumna con problemas de habla y audición que estudia en lengua de signos.

La covid-19 ha agravado la brecha digital existente, especialmente para las personas con discapacidad. Asegurar una educación inclusiva y de calidad es indispensable para no dejar atrás a las generaciones más jóvenes de las zonas rurales.
